No por último se les ha hecho responsables de la Revolución Francesa. Esta grave sospecha fue formulada por primera vez en 1791 por el párroco francés Jacques François Lefranc en su libro Le voile levé pour les curieux ou les secrets de la Révolution révéles à l'aide de la franc-Maçonnerie (El velo destapado para los curiosos o los secretos revolucionarios de la ayuda francmasona). Su posterior difusión se la debe sin embargo a otros dos autores, que poco después compusieron extensas obras sobre los orígenes revolucionarios franceses: el exjesuita francés Augustin Barruel y el erudito escocés John Robison. Ambos intentaron, con mutua independencia, demostrar que no desataron la revolución ni la permanente presión del tercer estado, ni la difusión de los ideales ilustrados, ni la mala cosecha del año previo ni tampoco la mala gestión de la crisis por el rey Luis XVI, sino que fueron los Iluminados. Para esto aportan principalmente tres pruebas:
1-Casi todos los cabecillas revolucionarios importantes eran masones. La equiparación incondicional de ambas sociedades es, como ya se advirtió previamente, falso.
2-Existían efectivamente logias masonas en la Francia postrevolucionaria autonominadas –de forma parecida a la orden de Weishaupt–, "Les Illuminés". Que estos grupos eran muy pequeños y tuvieron poca influencia, estorbaba tan poco como el hecho de que los iluminados franceses siguieran una línea más bien mística-martinista y tenían poco que ver con los ilustrados radicales como Knigge y Weishaupt.
3-Era sabido, que Johann Christoph Bode viajó a París en 1787. En motivo de su desplazamiento, que sólo duró entre el 24 de junio hasta el 17 de agosto, no tenía nada que ver con el estallido revolucionario, sino que le habían invitado a una convención masona, pero que a su llegada ya había terminado.
A la tesis de que los Iluminados se encuentran tras la Revolución Francesa, le faltan todas las bases. Sin embargo tuvieron Barruels y Robinsons mucho éxito. En el ámbito germano, extendió principalmente estas teorías el fugaz diario conservador Eudämonia (1795-1798).8 Hasta hoy no han perdido estos escenarios conspirativos su fascinación sobre muchos publicistas y agrupaciones radicales de extrema derecha.9 Notables aquí son por ejemplo Nesta Webster, una fascista británica veintecentista, famosa teorética conspiradora, el estadounidense John Birch o el predicador cristiano estadounidense Pat Robertson. También la obsesión, con las teorías conspirativas antisemitas como Des Griffin y Jan Udo Holey siempre imaginando nuevos rastros de la orden, muestran la estrecha conexión entre el radicalismo de derechas y la paranoia anti-iluminista.
Otras teorías sostienen que los illuminati están detrás del apoyo financiero de colectivos sociales como el feminismo o el movimiento gay con la intención de fracturar y confundir a la sociedad llevándola hacia la «degeneración moral». Se trataría de movimientos sociales que no surgirían por azar sino que habrían sido puestos en marcha y financiados por las redes ocultistas mundiales.
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